Cabreados, desilusionados, indignados y todos los "ados" que nos
salgan serían pocos para expresar cómo se nos fue al garete la
capitalidad europea y, que nos inventemos lo que nos inventemos y
protestemos con cientos de razones, lo cierto es que en dos días,
pelillos a la mar, que ya mismo salta a la palestra otro motivo, y ahí
se quedan los autobuses con sus proclamas a toda marcha, y ahí quedan
los cientos de escritos protestones y reivindicativos, y ahí quedan
los proyectos, ilusiones, trabajos- Pero a estas alturas, tan
pensantes como somos ya, tendríamos que haber intuido algo que me
decía un hombre de pueblo, en la plaza de un pueblo: no se empeñe que
la cultura no da votos. ¡Y qué razón llevaba! ¿Que hay que suprimir
gastos? ¡Tijeretazo a la cultura! ¿Que se trata de premiar? Subasta al
canto: ¿hay quién da más? ¿Que hay que elegir? ¡Pues, claro! La
elección está cantada: ¿qué me puedes dar, si te doy? Y así los
proyectos culturales, los esfuerzos, las aspiraciones, ilusiones,
sueños de tantos pueden, que no deben, irse a pique en un tris. El que
quiera cosechar en la vida felicidad y tranquilidad no tiene más que
desviarse de los caminos que conducen a la cultura superior. Eso lo
decía Nietzsche, y había que suponer que el atajo era caminar por la
cultura del pueblo llano, pero, ¿qué diría hoy cuando la supuesta
cultura pop ha caído en picado y resulta que andamos bajo mínimos? Yo
creo que, cuando el mundo cambia en cada latido, lo proyectos, la
responsabilidad, el trabajo que nos toca para vivir en paz y construir
un mundo mejor, pasa por promover una cultura superior, con valores
actualizados, con decencia y, sobre todo, con ilusión. No se acaba el
mundo porque no seamos los elegidos; el mundo, y todo con él se acaba,
cuando decimos adiós a la ilusión. Noche ya. La voz de los surtidores
se eleva, y mi alma es también un surtidor .
* Maestra y escritora
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