sábado, 28 de agosto de 2010

Duda a la familia de Montes

siempre a vuestra disposición  por fabor decidme si el imaginero sebastian montes es hijo
 
del crnicero del mismo nombre
 
 
                  gracias jose sarría luque un villarense de corazon
 
p.d. recuerdos al niño tunela i pedro mantas cantero que creo que aun vive

miércoles, 18 de agosto de 2010

LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H.*

Mi sustituto (II)18/ago/10 07:46 0/4Nada interesanteDel
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Edición impresa
NO NOS FALTA la dificultad que les comuniqué en el artículo anterior,
pues, aunque la mejoría clínica la voy alcanzando notablemente, me
aconsejan que mantenga a mi sustituto en este espacio. Hoy, amigos
lectores, les ofrezco el recuerdo periodístico de D. José Alberto
Santana Díaz. Es algo "de lo mucho suyo", que escribía con tanta
sencillez literaria y no con menos oportunidad y hasta
humorísticamente.

Nos encontrábamos con frecuencia en el periódico EL DÍA. Me
manifestaba con gozo (y yo así le escuchaba) el tiempo que le dedicaba
a su deporte preferido, el tenis. Yo siempre le animé mucho a que
también usara el mío: la carrera diaria de una hora en el coche de San
Fernando, porque me reportaba mucha salud física y mental. Siempre lo
encontraba dispuesto a cooperar en "Familia hospitalaria" desde su
fundación, y una de sus colaboraciones es la que ofrezco en mi
sustitución y con el más frecuente recuerdo a su autor.

La culpa, del Imperio Romano

"Cada vez se piden más responsabilidades a los que ostentan la
autoridad en nuestro país, por aquello que, debido a una imprevisión,
ha ocasionado daños personales o materiales para individuos o para la
comunidad. Pero, por otra parte, también las referidas autoridades
tratan de alejar más de sí esa responsabilidad a que nos referimos.

Ahí está, sin ir más lejos, el hecho de que técnicos y políticos
andaluces atribuyan a las obras públicas del Imperio Romano la
responsabilidad de las recientes inundaciones del río Salado de
Porcuna, cuyo curso delimita las provincias de Córdoba y Jaén. El
ingeniero-jefe de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir,
Agustín Pastor, afirmó el pasado 17 de diciembre, en una reunión con
afectados por inundaciones en Villa del Río (Córdoba), que la culpa
era del puente romano situado a un kilómetro de la desembocadura del
Salado, en el Guadalquivir. "Hay que quitar el puente y montarlo en
otro lado", dijo Pastor, que explicó a los empresarios del polígono
industrial que el único obstáculo claro para la circulación del agua
es el puente. En esta misma opinión coincidió el subdelegado del
Gobierno en Córdoba. Es decir, que buscando culpables hacia atrás ya
ni siquiera se acusa al régimen franquista, que es lo más cerca que
tenemos, ni siquiera a los Reyes Católicos, que están a la vuelta de
500 años, sino que nos retrotraemos al Imperio Romano, que no previó
que estas inundaciones de ahora podían producirse.

Menos mal que las organizaciones agrarias y ecologistas salen al paso
de tan originales declaraciones, manifestando que lo que pasa es que
la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir "no hace absolutamente
nada por recuperar los cauces del río Salado ni por drenarlo, y ello
provoca auténticos embalses naturales en todo su curso". Uno no sabe a
dónde vamos a llegar en esa teoría histórica de "desviar
responsabilidades" a nivel de tortuga, o lo que es lo mismo, caminando
hacia atrás, pues vamos a ver que, por ese sistema, Adán y Eva no sólo
tienen la culpa del pecado original, sino también de que algunas obras
públicas de la actualidad no funcionen debidamente. Lo que me extraña
es que ya no hayan sido llevados a los tribunales los arquitectos
(romanos, naturalmente) del acueducto de Segovia, por no haber dado a
dicho monumento una mayor consistencia y que los coches pudieran
seguir pasando o aparcando en sus inmediaciones.

En fin, que a los españoles se nos podrá calificar de todo menos de
falta de originalidad" (José Alberto Santana Díaz, Florilán) (EL DÍA,
9/I/1998).

Posiblemente escribiría nuestro amigo otro artículo sobre Adán y Eva
que aquí menciona, contemplando a nuestros políticos, como viviendo
todavía en el paraíso terrenal y echando la culpa a otros, como hacían
nuestros primeros padres y como está pasando actualmente en España con
nuestros políticos, salvo raras y valiosas excepciones.

* Capellán de la clínica

San Juan de Dios

viernes, 13 de agosto de 2010

Como cada mañana...

Como cada mañana, y como la mayoría de los jubilados, ayer salí,
compré la prensa y busqué un sitio tranquilo y apacible donde dar un
primer repaso a las noticias.
Me acordé que ya habían inaugurado el parque y hacia allí me dirigí.
Bajé las escaleras, con su correspondiente rampa, eso está muy bien,
pero algunas de las que hay no sirven para nada. Pisé el albero, me
ensucié los zapatos, miré y no encontré ni un solo banco.
En mi extrañeza, remiré y ya observé que a todo alrededor del citado
parque hay una especie de banco corrido, que más bien parece grada
para ver un espectáculo, y busqué algo de sombra. Tuve que recorrer
casi todo para encontrar un espacio que estuviera medio limpio: había
albero, barro, hojas, papeles, restos de comida, botellas vacías…. Y
sobre todo, agua, producto del riego del arriate anexo al banco/grada.
Encontré un sitio menos sucio y allí me senté después de limpiarlo.
La talla media de los hombres en España está alrededor de 1'70 cm. y
la de las mujeres es de 1'64 cm. Pues mire Ud. a mí se me quedaron los
pies colgando y yo cumplo con la media, justito pero cumplo.
Conclusión: en esta grada sólo se pueden sentar, en teoría, el 50 % de
los hombres y ninguna mujer. Y si tenemos en cuenta que los jóvenes
son mucho más altos que los mayores pues el tanto por ciento de viejos
que lo podemos utilizar se ve muy reducido, a no ser que se quieran
exponer, como le pasó a un servidor, a que se le duerman las piernas
por tenerlas colgadas, cosa asaz molesta y un tanto peligrosa.
Otra conclusión: el arquitecto/a, aparejador/a que ha diseñado esta
grada debe ser alto/a o bien puede ser, que lo que sea, es que sea
torpe. Igual digo de los munícipes.
Del resto del parque, me reservo la opinión, no viene al caso.

Rafael Moreno Baldomero