lunes, 28 de junio de 2010

Querido moises

29/06/2010 ISABEL Agüera

Hola, mi querido Moi: te escribo aquí, en la hoja grande, como
llamabas tú al periódico, porque hoy la casualidad nos puso frente a
frente, cuando, con lágrimas en los ojos y tus notas en la mano,
salías del instituto. Aceleraste el paso al verme y dándome un beso
susurraste: "Me han suspendido matemáticas, y no es justo porque las
llevaba bien y notable y me salía aprobado". Al llegar aquí, la voz se
te rompió en congoja por lo que, echándote mi brazo, te dije: ¿tú has
hecho lo que debías? ¿Te has esforzado? ¡Claro! Si todo lo hice bien,
pero me equivoqué en una cuenta del problema- ¿Y no puedes recuperar?
¡Qué va! --exclamaste con rabia--. Dice el profesor que no hay
segundas oportunidades, que me espera en septiembre. Se me parte el
alma recordando tus ojos de lágrimas y tu impotencia ante lo que
considerabas, y creo que de ser como lo contabas, lo era, injusticia.
Tú eres un todo terreno para muchas cosas, pero, como todos, no en el
mismo grado para todas. Eres inquieto, curioso, observador, eres, y
así te veo en el futuro, un gran investigador. Todo te interesa, todo
te preocupa y todo te afecta hasta límites impropios de tus años.
Siempre, a mano alzada, una pregunta que hacer, una injusticia que
denunciar, una rabieta que contener. Tal vez sea todo eso lo que no te
perdonamos muchos de tus educadores; lo que nos molesta: queremos
alumnos sumisos, callados y no con la mano en alto, sino con la boca
abierta para tragarse nuestras manías, para obedecer sin preguntar,
para tragarse nuestros malos humos y hasta nuestras injusticias.
¡Claro que te mereces esa oportunidad que pides! ¡Y claro que llevas
razón en lo de la evaluación continua! ¿Para qué si no sirve? Tu
esfuerzo, cuenta, tus evaluaciones anteriores cuentan y cuenta ese
deseo tuyo de una segunda oportunidad. Te la mereces, hasta ese
maestro que olvida qué cosas cuentan al evaluar...

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