martes, 1 de febrero de 2011

Mama tele

 
01/02/2011 ISABEL Agüera
 
¡Mama, tele me enseña, me enseña cada vez más...! ¡A saber por qué aquella pegadiza letra de la recién nacida, llamada entonces, cadena amiga, me salta hoy a la memoria! ¡Bueno, sí, sí lo sé! Un distinguido y buen amigo me comentaba a propósito de mi artículo en Educación: Ya no tenemos padres que nos eduquen. La mayoría de los que lo son hoy no conocen lo que son buenas formas, ¿cómo van a transmitirlas? Pero claro, una, piensa que te pensarás, cae en la cuenta de una maternidad que sí existe, y que sí transmite, y que sí... ¿educa o enseña?: La mama tele o mejor, mamas teles, ¿porque cuántas hay en cada casa? Y ya no es el número sino lo imprescindibles que se hacen hasta para ir al baño y que no importa lo que se cueza en ellas, lo que interesa, tan pronto llegamos al querido hogar, como autómatas es el botón de la tele y ese soniquete que dicen que acompaña. Recuerdo que, cuando era niña, nada más pisar mi puerta, medio gritaba: ¡Mamá! Y la voz de mi madre era canción que dulcificaba mis miedos e incertidumbres de pocos años. Ya no tenemos padres que nos eduquen. Y es verdad: se apagaron voces que acaricien, que mitiguen las infinitas soledades, depresiones, agresiones... de las que somos víctimas día a día. Pero, eso, pensando que pensarás, nos nació la mama-chicho, que diga, la mama-tele, malhablada, que gesticula ordinarieces, que vocifera sin piedad las miserias ajenas, que inventa... ¿Que no la vea? ¡Psss! Aunque eso sí: me irrita esta interpretación de la libertad de expresión, de la libertad de todo, caiga quien caiga, como legado a niños y jóvenes que reciben, aprenden y repiten: ¡mama-tele me enseña cada vez más! Y así, con tales enseñanzas, la educación que orla nuestras vidas, cero patatero, porque lo que cuenta es la audiencia, la pasta, y ¡qué audiencia y qué pasta! ¡Y qué pena!
 
* Maestra y escritora
 
 
 

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