miércoles, 18 de agosto de 2010

LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H.*

Mi sustituto (II)18/ago/10 07:46 0/4Nada interesanteDel
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NO NOS FALTA la dificultad que les comuniqué en el artículo anterior,
pues, aunque la mejoría clínica la voy alcanzando notablemente, me
aconsejan que mantenga a mi sustituto en este espacio. Hoy, amigos
lectores, les ofrezco el recuerdo periodístico de D. José Alberto
Santana Díaz. Es algo "de lo mucho suyo", que escribía con tanta
sencillez literaria y no con menos oportunidad y hasta
humorísticamente.

Nos encontrábamos con frecuencia en el periódico EL DÍA. Me
manifestaba con gozo (y yo así le escuchaba) el tiempo que le dedicaba
a su deporte preferido, el tenis. Yo siempre le animé mucho a que
también usara el mío: la carrera diaria de una hora en el coche de San
Fernando, porque me reportaba mucha salud física y mental. Siempre lo
encontraba dispuesto a cooperar en "Familia hospitalaria" desde su
fundación, y una de sus colaboraciones es la que ofrezco en mi
sustitución y con el más frecuente recuerdo a su autor.

La culpa, del Imperio Romano

"Cada vez se piden más responsabilidades a los que ostentan la
autoridad en nuestro país, por aquello que, debido a una imprevisión,
ha ocasionado daños personales o materiales para individuos o para la
comunidad. Pero, por otra parte, también las referidas autoridades
tratan de alejar más de sí esa responsabilidad a que nos referimos.

Ahí está, sin ir más lejos, el hecho de que técnicos y políticos
andaluces atribuyan a las obras públicas del Imperio Romano la
responsabilidad de las recientes inundaciones del río Salado de
Porcuna, cuyo curso delimita las provincias de Córdoba y Jaén. El
ingeniero-jefe de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir,
Agustín Pastor, afirmó el pasado 17 de diciembre, en una reunión con
afectados por inundaciones en Villa del Río (Córdoba), que la culpa
era del puente romano situado a un kilómetro de la desembocadura del
Salado, en el Guadalquivir. "Hay que quitar el puente y montarlo en
otro lado", dijo Pastor, que explicó a los empresarios del polígono
industrial que el único obstáculo claro para la circulación del agua
es el puente. En esta misma opinión coincidió el subdelegado del
Gobierno en Córdoba. Es decir, que buscando culpables hacia atrás ya
ni siquiera se acusa al régimen franquista, que es lo más cerca que
tenemos, ni siquiera a los Reyes Católicos, que están a la vuelta de
500 años, sino que nos retrotraemos al Imperio Romano, que no previó
que estas inundaciones de ahora podían producirse.

Menos mal que las organizaciones agrarias y ecologistas salen al paso
de tan originales declaraciones, manifestando que lo que pasa es que
la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir "no hace absolutamente
nada por recuperar los cauces del río Salado ni por drenarlo, y ello
provoca auténticos embalses naturales en todo su curso". Uno no sabe a
dónde vamos a llegar en esa teoría histórica de "desviar
responsabilidades" a nivel de tortuga, o lo que es lo mismo, caminando
hacia atrás, pues vamos a ver que, por ese sistema, Adán y Eva no sólo
tienen la culpa del pecado original, sino también de que algunas obras
públicas de la actualidad no funcionen debidamente. Lo que me extraña
es que ya no hayan sido llevados a los tribunales los arquitectos
(romanos, naturalmente) del acueducto de Segovia, por no haber dado a
dicho monumento una mayor consistencia y que los coches pudieran
seguir pasando o aparcando en sus inmediaciones.

En fin, que a los españoles se nos podrá calificar de todo menos de
falta de originalidad" (José Alberto Santana Díaz, Florilán) (EL DÍA,
9/I/1998).

Posiblemente escribiría nuestro amigo otro artículo sobre Adán y Eva
que aquí menciona, contemplando a nuestros políticos, como viviendo
todavía en el paraíso terrenal y echando la culpa a otros, como hacían
nuestros primeros padres y como está pasando actualmente en España con
nuestros políticos, salvo raras y valiosas excepciones.

* Capellán de la clínica

San Juan de Dios

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