martes, 15 de marzo de 2011

Caretas virtuales

15/03/2011 ISABEL Agüera

Carnaval, carnelevarium (¡qué trabalenguas!), quitar la carne. Eso es:
dejar de comer carne porque llegaba mamá cuaresma y había que dar caña
al cuerpo. ¡Cuarenta días sin probar bocado de las suculentas carnes
al uso de los tiempos! Claro que para eso, mediante la bula, se gozaba
de privilegios y dispensas sobre el ayuno y la abstinencia. Hoy día,
el carnelevarium ese nos resultaría irrisorio, de cara sobre todo a
cualquier tipo de sacrificio porque lo que mola es la buena vida, dar
gusto al cuerpo: mucho sexo, mucho comer, beber... Y máscaras van y
máscaras vienen, que la mejor siempre será la que más desfigure
nuestro rostro. No obstante, de toda la vida he preferido la cara
descubierta, la autenticidad, la verdad, valores que aprendí en el
aula magna del hogar. Pero resulta que tales valores, son sinónimos de
imprudencia, ingenuidad y hasta simpleza. Ponerse la careta, aunque
solo fuera una vez al año, ¡anda que no liberaba! ¡Menudo desahogo
poder soltar la legua y nombrarle toda la familia a fulanito o
menganito! Sucede que en los tiempos actuales, las nuevas tecnologías,
como varita mágica, nos han traído la mejor de las caretas: la
virtualidad. Y ahí cabe todo lo que se nos ocurra para presentarnos
con las mejores prendas que puedan orlar al más espectacular avatar
humano. Todo puede ser sin ser. Ahora, eso sí: nada de compromisos.
Hoy puedo estar y brindar amor eterno, y mañana, tragarme la tierra
para los restos. Y ahí queda eso, que si alguien se molesta, que beba
agua. Imágenes virtuales, palabras virtuales, amores virtuales, sexo
virtu... Sí, en lo virtual cabe todo lo que se le eche. ¡Que no me
gustan las caretas por muy tecnológicas que sean! Dónde se pone la
calidez del vis a vis, el mirarse a los ojos, el compartir un café,
una copa..., bueno, sexo también pero en vivo y en directo, no se pone
la mejor virtualidad.

* Maestra y escritora

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